jueves, 30 de junio de 2011

VISTA AEREA DE HOYOCASERO

HOYOCASERO, ÁVILA.

HOYOCASERO

Hoyocasero, en la provincia de Ávila, formaba parte antiguamente del concejo del Burgohondo, siendo una pedanía del mismo. Documentalmente es sabido que este pueblo fue formado tras la Reconquista con el impulso de los monjes de la Abadía del Burgondo. La ubicación geográfica del pueblo se debió probablemente a sus condiciones idóneas por la proximidad de pastos y tierras de labor junto a fuentes, leña y resguardo de las inclemencias del tiempo por lo que se comprende que recibiera el nombre de HOYO donde se hacían quesos. De ahí los nombres originales de Oyoquesereo, Oyoquesero, Hoyoquesero y en fecha incierta, alrededor del año 1836, HOYOCASERO. El principal centro de devoción religiosa de los habitantes de Hoyocasero es La Ermita de "El Cristo" cuya romería anual se celebra año tras año el lunes inmediato al Domingo de Pentecostés. Por otra parte, en la Iglesia parroquial, bajo la advocación de S. Juan bautista, existe la Capilla de la Virgen de las Angustias, que constituye otro monumento excepcional de piedad mariana. Según una tradición oral transmitida por los ancianos del lugar esta ermita fue en su día la Iglesia de una pequeña comunidad que terminó desapareciendo.

La prestigiosa enciclopedia Wikipedia ofrece algunos datos que me parece oportuno recordar. Hoyocasero es una población de la provincia de Ávila situada en el valle del alto Alberche, en la falda de su sierra homónima. Tiene su origen en la cultura celta de los Vettones, como se constata por los enterramientos en el entorno de la Ermita del Cristo. La primera referencia histórica a Hoyocasero es la de una escaramuza de guerra en 1090, enmarcada dentro de la lucha entre el rey moro de Badajoz, Mutawakkil y Alfonso VI, por el control de Toledo tras la muerte de Al-Mamun en 1076. Durante la edad media y hasta 1795 dependió con el resto de aldeas o collaciones del valle del Alberche de la Abadía del Burgohondo, que controlaba el valle desde la ermita de San Pedro en Navarrevisca. Dicha abadía fue disuelta por su extrema relajación e indisciplina en el siglo XVIII por el rey a petición del cabildo catedralicio de Ávila.

En el siglo XVI una parte del término municipal, propiedad de los Velada, era aprovechado por los vecinos del lugar, sin que los titulares la prestasen atención, ya que seguramente les había sido entregada a sus antepasados como tributo de bizarría. Tras una serie de pleitos entre los vecinos de Hoyocasero, que habían ocupado la tierra, y los dueños, fue concertado el Censo Enfiteútico entre ambas partes, por escritura fechada en 6 de enero de 1567 y que establecía una especie de alquiler sin fecha de finalización entre el representante de Mosén Rubí de Bracamonte y el pueblo de Hoyocasero, acuerdo que estuvo en vigor hasta entrado el siglo XX.

En la primera década del siglo XXI el pueblo es conocido por su pinar de pino silvestre, el más meridional de esta variedad en la Península Ibérica y que es un sorprendente "islote de vida" que alberga en su reducido espacio a más de cuatrocientas especies vegetales superiores, que crecen en sus tres estratos de arbóreo, arbustivo y herbáceo. Conserva en su estrato herbáceo especies verdaderamente sorprendentes, lo que le hace ser único en todo el Sistema Central, tanto por su riqueza de especies endémicas como por guardar otras de carácter eurosiberiano, que constituyen verdaderas reliquias a esta latitud. De este pinar se dice que sacaron pinos para los mástiles de importantes navíos históricos, si bien esto no está suficientemente constatado. Don Fernando Sanz Frutos, Secretario de Administración Local con ejercicio en el Ayuntamiento de Hoyocasero, escribió en 1986 una Memoria histórica del escudo y bandera de Hoyocasero. Se trata de un documento en toda regla sobre los orígenes e historia de Hoyocasero. En el año 1999 el Ayuntamiento de Hoyocasero lo publicó en ciclostil y en el 2005 la C.T.R Fábrica Cabrera hizo la trascripción electrónica de dicho documento el cual se encuentra íntegramente disponible en Internet.

Como explico en La cátedra de la vida, terminada la guerra civil española mis padres regresaron de Venta del Obispo para instalarse definitivamente en Hoyocasero. Allí vivieron en varias casas hasta que compraron la hermosa finca en la que había vivienda con jardín, frontón de pelota vasca, salón de baile y cafetería. Era todo un conjunto arquitectónico ideal para vivir en el corazón del pueblo de forma independiente y disfrutando al mismo tiempo de unas vistas panorámicas bellísimas de la sierra de Gredos. El propietario de la finca era un señor oriundo de Bilbao. De ahí que se le conociera por el sobrenombre de “el tío Bilba”, si bien su nombre propio era Florencio Nieto. Así pues, “el tío Bilba” y el “Sr. Florencio” es la misma persona. Este señor, que debía ser un hombre comercialmente emprendedor, compró el terreno a D. Cayetano, cercó la propiedad adquirida por los cuatro costados con una pared o tapia trazada sobre la linde del terreno adquirido y construyó todo el complejo arquitectónico interior.

Por el trazado de la pared y su estilo se aprecia a simple vista que la construcción de la misma se encuentra dentro de la propiedad adquirida por D. Florencio y mi padre siempre consideró aquella pared como suya desde que se convirtió en el nuevo propietario de la finca. Mi hermano Emiliano me explicó de palabra en mayo del 2011 que D. Florencio Nieto, alias el tío Bilba, o el Sr. Florencio, compró a D. Cayetano el terreno sobre el que está trazada la pared y costeó la construcción de la misma. No se trata pues de una pared medianera o mero elemento de división común sino de una pared que era propiedad exclusiva de D. Florencio y como tal se la compró después mi padre Emiliano Blázquez.

Una vez adquirida la finca por D. Florencio, éste construyó en ella su casa para vivir con jardín y un pozo de agua no potable detrás de la casa, excavado dentro del recinto de su nueva propiedad, para los servicios domésticos autónomos de limpieza y regadío del jardín o huerta. Junto a la vivienda construyó también el complejo tripartito integrado por El Café, El Salón de Baile y el Frontón de Pelota. Igualmente construyó a la izquierda de la entrada principal un casillo para los animales domésticos y otros servicios accesorios, y otro muy estrecho entre la pared o muro del Frontón de Pelota y el casillo grande, donde se guardaban principalmente utensilios relacionados con el Café, el Salón de Baile y herramientas de mayor envergadura. Estas construcciones, incluida la pared delimitadora de la finca por el norte y por el sur, las realizó todas D. Florencio Nieto de tal forma que cuando mi padre Emiliano le compró después la finca a D. Florencio, ya existían todas ellas y estaban en pleno funcionamiento.

Varias décadas después mi padre diseñó sobre el solar de los dos casillos originales un nuevo edificio con vistas a que algún día se construyera allí una nueva casa, como así ocurrió. Esta obra la llevó a feliz término el nieto de mi padre, Martín Blázquez. De esta forma el espacio destinado originalmente por D. Florencio a los animales domésticos y almacenaje de utensilios prácticos se trasformó en la confortable y bella casa que hace actualmente de frontispicio a toda la finca. ¿Cómo y de qué manera compró mi padre Emiliano esta hermosa finca a D. Florencio Nieto?

Según me ha explicado mi hermano Emiliano, D. Florencio Nieto ejerció las funciones de alcalde en Hoyocasero pero el pueblo quedó muy insatisfecho de su gestión como regidor del mismo. Así las cosas, D. Florencio, que debía tener una personalidad muy peculiar, decidió marcharse del pueblo con su esposa e hijas, como signo de protesta contra las críticas recibidas por su gestión administrativa. Esta decisión de despecho explica, pienso yo, el hecho de que el edificio destinado a la vivienda quedara al cincuenta por ciento sin terminar por dentro.

Lo cierto es que abandonó Hoyocasero y fijó su domicilio en Madrid desde donde le pidió a mi padre que le comprara la finca prometiéndole condiciones de compra favorables para él. D. Florencio no disimuló su simpatía por mi padre como posible comprador y estaba dispuesto a facilitarle lo más posible la compra de la finca. Pero ¿por qué esta actitud de confianza por parte de un hombre tan pintoresco y desconfiado como D. Florencio Nieto? Mi padre me contó la siguiente anécdota que puede ser la clave para responder a esta curiosa pregunta.

Llegó el tiempo de la siega de los prados y un buen día D. Florencio le pidió a mi padre que le vendiera un saco de heno para sus animales domésticos. Mi padre le respondió espontáneamente que fuera al lugar donde lo estaba almacenando, tomara la cantidad de heno que creyera conveniente y que se lo pagara cuando pudiera al precio que a él le pareciera mejor. Este gesto de confianza incondicional debió impactar mucho al desconfiado D. Florencio, el cual quiso pagar el saco de heno con la mayor generosidad posible por su parte.

¿Precio de la finca? Treinta mil pesetas a pagar en quince años. Yo recuerdo muy bien cómo se efectuaba el apago anual y el intercambio de cartas de mi padre con D. Florencio Nieto, domiciliado definitivamente en Madrid. Recuerdo incluso la visita de cortesía que nos hizo como gesto de buen amigo. A propósito del intercambio de cartas, merece la pena destacar el siguiente detalle. Para responder a las que le enviaba mi padre se las arreglaba hábilmente para utilizar el mismo sobre en lugar de comprar uno nuevo sin usar. En casa se interpretó esta destreza en usar el sobre usado como un signo de tacañería personal. Yo, en cambio, pienso que en aquella época de finales de la guerra civil española estos gestos no han de ser interpretados sólo como signos de roñosería o tacañería sino más bien como forma ingeniosa de combatir la escasez y pobreza que reinaba por aquellas calendas.

Aquella compra por parte de mi padre fue considerada por algunos en su día como el principio de su ruina económica. Con el tiempo, sin embargo, se fue poniendo de manifiesto que dicha compra fue un gran acierto y que el polémico y pintoresco D. Florencio Nieto se portó en todo momento con mi padre como un caballero y amigo. De hecho le ofreció después un solar en la madrileña calle Juan Pantoja 14, distrito de Cuatro Caminos, en las mismas condiciones de pago que la finca de Hoyocasero. Mi padre ya no consideró prudente embarcarse en esta nueva aventura, pero, como suele decirse, todo quedó en casa. Mi padre habló con su prima Agustina la cual se lo compró y estableció allí su domicilio hasta el final de sus días. Posteriormente aquella casa fue vendida por los hijos de Agustina y en el mismo solar surgió una construcción moderna en la que no quedó ningún rastro de la vieja casa que D. Florencio Nieto ofreció también a mi padre después de comprarle la finca de Hoyocasero. En esta vieja casa, sita en Juan Pantoja, tuvo lugar la firma del contrato de compra de la finca de Hoyocasero y después de muchos años tuve el placer de darme un paseo con mi padre por Madrid visitando aquel nostálgico lugar.

Hoyocasero está situado geográficamente en un lugar de gran belleza ecológica en una ladera entre el cerro Gallinero y Navasolana, al norte, y la gran sierra de Gredos con los picos de Gredos nevados durante gran varios meses del año al suroeste. De frente, mirando al sur, nos encontramos siempre con la serranía del Puerto del Pico y, como pedestal del pueblo, el bello y famoso Pinar de Hoyocasero conocido como un reducto ecológico exótico de gran belleza y valor. Las nevadas del invierno son de gran belleza, la primavera es tardía y con el verano de corta duración resulta un estado ambiental paradisíaco para el descanso y la reflexión. Pero no es menos delicioso el otoño cuando llega la recogida de los frutos de la tierra. Las cuatro estaciones ofrecen un espectáculo natural de belleza difícil de describir. A todo esto hay que añadir la ambientación del río Alberche y de sus fuentes y arroyos de nacimiento cuando nieva y llueve con normalidad, los rebaños de vacas y ovejas. En contrapartida no hay que olvidar las tormentas estivales y los fuegos provocados que frecuentemente calcinan los cerros. Cuando yo era niño abundaban los lobos, que eran el terror de los pastores y de sus rebaños de ovejas. En los últimos tiempos apenas se encuentra un rebaño de ovejas y el lugar de los lobos lo ocupan los jabalíes. En los cerros de Hoyocasero abundaron siempre las águilas y las zorras. Los gallineros de antaño han desaparecido pero es un placer ver todavía a las zorras lucir sus encantos de forma sorpresiva y fugaz cuando uno camina por los senderos disfrutando del paisaje primaveral que se presenta ante nuestros ojos como una bellísima alfombra tejida de flores y variados perfumes florales, desde el tomillo salvaje hasta la rosa doméstica o la flor de acacia pasando por el heno recién segado. Entre las fotografías que ilustran este texto aparecen algunas sobre el estado actual de la finca que mi padre compró en Hoyocasero y donde se desarrolló mi infancia. Niceto Blázquez, O.P. (4/VI/2011).

MARÍA JOSÉ3

MARÍA JOSÉ2

MARÍA JOSÉ1

Bodas de Oro Eufemio y Lucía

Niceto Blázquez O.P. Ocaña 1956